Como es habitual en una pizzeria tomamos varias pizzas de sabor muy agradable pero de pasta muy, pero que muy fina y eso a alguna persona puede no gustar. Otros tomaron lasaña y paso lo mismo con el grosor de la pasta.
También tomamos un plato de carpazzo de queso de búfala aderezado con aceite de oliva picante que estaba buenísimo. Las ensaladas eran espectacularmente grandes y con buenos ingredientes, aunque la lechuga era de las de bolsa.
Los postres fueron corrientes, a base de bolas de helado con chorreoncitos de chocolate o caramelo de bote. De bebida tomamos el consabido Lambrusco de L´Emilia.
El servicio no es profesional, nos atendió un camarero muy amable y voluntarioso que continuamente tenia que ir a consultar todo lo que nosotros le preguntábamos y se equivocó con una de las pizzas teniendo que venir el encargado, algo molesto, a cerciorarse de quien había sido el error. En la cuenta sumaron dos veces una bebida, pero cuando se lo hicimos saber, la rectificaron.
El precio 21 euros por persona, que parece algo caro para una pizzeria, si bien a pesar de la crisis el local estaba de bote en bote.